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domingo, 13 de noviembre de 2011

Perdona pero... ahora toca aprender (Moccia, 1ª parte)

Una famosa canción de Rubén Blades, que un barcelonés como yo recordará siempre en la versión de la Orquesta Platería, tiene un estribillo que dice: "La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida" (#1). ¿Y porqué me acuerdo ahora de esa canción? Quizás porque a estas alturas de la vida, uno se cree que ya sabe lo suficiente como para no sorprenderse de nada... Hasta que un buen día descubre que eso no es así.

No hace mucho mi hija mayor me pidió que le buscara una película en la biblioteca. El título de la película me sonaba de algo, supongo que de algún comentario o anuncio de cuando se estrenó, pero tampoco sabía nada más de ella. La película era "Perdona si te llamo amor" (#2). El caso es que cuando la vimos, mis dos hijas y yo, me pareció una película romántica más, sin nada especialmente interesante en ella, aceptablemente bien hecha, eso sí, con personajes atractivos y entretenida de ver, pero sin nada que me hiciera considerarla una obra maestra. Claro que podía entender que mi hija quisiera verla, ya que en plena adolescencia este tipo de películas se aprecian desde otra perspectiva que la que uno tiene ya entrado en el medio siglo.


© www.perdonasitellamoamor.com - Editorial Planeta/Federico Moccia
Gadget  "La belleza del amor".

Pero claro, las desgracias (y los deseos de las hijas adolescentes) nunca vienen solas, así que nada más terminar la película y mientras pestañeaba para evitar la caída de algún lagrimón, mi hija me dijo:

- ¡Papa, papa...! ¡M'has de demanar a la biblioteca la segona part! - la expresión "por favor" parece que desapareció hace tiempo del diccionario de las nuevas generaciones.

Así que, la próxima vez que fuimos a la biblioteca miramos en el ordenador si tenían la segunda película de la saga: "Perdona pero quiero casarme contigo". El caso es que en la biblioteca de nuestra población esa película no está y mi hija se quedó con cara de pena... Hasta que, buscando en el catálogo vimos que, si bien la película no estaba en él, si era posible leer el libro. Como en ese momento estaba prestado, lo reservamos y tuvimos que esperar a que lo devolvieran.

Cuando por fin me entregaron el libro en la biblioteca, me sorprendió su considerable tamaño. Era un volumen de unas 700 páginas, más o menos, lo cual me hacía sospechar que mi hija jamás sería capaz de leerlo entero. Como en ese momento, yo había terminado todo lo que tenía para leer, lo abrí y empecé a ver de qué iba el libro...

"Perdona pero quiero casarme contigo" empieza la historia un año después de donde termina "Perdona si te llamo amor". Federico Moccia, el autor de ambas novelas, es también el director de las correspondientes adaptaciones al cine. Pero lo que primero me sorprendió del libro es que, cuando empiezas a leerlo, tienes la sensación de que es al revés, de que primero se hicieron las películas y después se escribió el libro a partir de ellas. Esa sensación me venía de la forma como escribe Moccia, que narra la historia como si ésta fuesen pensamientos o frases pronunciadas por los personajes, no como un texto digamos normal, más o menos elaborado. Eso le da a su estilo de escribir una frescura e inmediatez que, por lo que pude comprobar con mi hija y otras amigas suyas, tiene un éxito rotundo entre el público adolescente. Por otro lado, he de decir, que a mi se me hizo pesado seguir según que párrafos del texto ya que el autor saltaba de unas cosas a otras de forma, a veces, aparentemente sin sentido, al modo como solemos hacer cuando pensamos.

El misterio sobre la forma como escribe Moccia se me desveló en cuanto investigué un poquito sobre él en Internet. Federico Moccia es un director y guionista de televisión que, posteriormente, tuvo éxito con sus novelas. Así que no era extraño que escribiera como si hiciera el guión de una película, ya que ese había sido su trabajo hasta el momento. Moccia, por tanto, tiene al mismo tiempo una virtud y un defecto (desde mi modesto punto de vista, por supuesto) en esa característica suya. Lo que para algunos puede ser una forma muy ágil y cinematográfica de escribir, con lo que gana en inmediatez y encaja perfectamente con las nuevas formas de expresión a través de Internet, por ejemplo, a mí, más acostumbrado a unas formas más clásicas de lectura, me desconcertaba y me parecía pesado de seguir.

Dicho ésto, la historia de "Perdona pero quiero casarme contigo" y su antecesora "Perdona si te llamo amor", me parece una historia más, sin nada especialmente destacable, salvo que está bien pensada, parece que llega a un público bastante joven y a otro ya no tan joven, y que no es aburrida de seguir. Lo cual ya es todo un éxito en si mismo, la verdad, dados los tiempos que vivimos...


© www.perdonasitellamoamor.com - Editorial Planeta/Federico Moccia
Gadget  "Busca tu buena estrella".

Pero hay una cosa que me impulsó a interesarme por la novela y que hizo que la volviese a leer con un bloc de notas al lado. Si, he dicho con un bloc para tomar apuntes. Lo que me llamó la atención es que "Perdona pero quiero casarme contigo" está lleno de citas y referencias musicales. Prácticamente, no hay página del libro en la que no se mencione una canción o cantante. Hay referencias a la música que escuchan los protagonistas, a los pensamientos y sentimientos que dicha música despierta en ellos. Hay fragmentos de letras de canciones que se usan para introducir una idea o una reflexión de algún personaje... etc. Se pueden rellenar un buen número de páginas de bloc sólo con las referencias musicales que aparecen en el libro.

La lista de referencias es francamente grande: Eros Ramazzotti, Subsonica, Mina, Gianna Nannini, Rihanna, Franco Battiato, Annie Lennox, Madonna... La mezcla de estilos, épocas, voces... no puede ser más variopinta. Tal y como me parecía conforme leía por segunda vez el libro y confeccionaba un listado de las citas musicales, esa mezcla aportaba un aire de realismo a la historia. Cualquiera de nosotros, salvo que seamos acérrimos seguidores de un músico concreto, escuchamos música de muy diversos orígenes y estilos. Así que esa faceta de la novela me pareció muy lograda, porque de alguna forma cualquiera de nosotros se podría identificar en ella.


© www.perdonasitellamoamor.com - Editorial Planeta/Federico Moccia
Gadget  "¿Será una semana de amor y sorpresas?".

¿Y qué me impulsó a tomarme más en serio esta historia y leerla de nuevo con más atención? Al estar escrita por un italiano y ambientada en Italia, lógicamente la cultura musical tiene ciertas diferencias con la mía. Yo había oído hablar de Gianna Nannini, por supuesto, pero no habría sido capaz de citar ni uno solo de los títulos de sus canciones. Del mismo modo, tampoco había oído hablar nunca de un grupo que se llama Subsonica. Y así podría seguir un buen rato, describiendo las referencias musicales que Moccia introduce en su obra.

Pero la lista de cantantes, grupos y canciones la dejo para un segundo post. Aquí deberá bastar, de momento, con los que ya he mencionado... Y, por fin, llego a la moraleja de este cuento: por muchos años de música, lectura, estudio, viajes... etc, que se acumulen en tus alforjas, nunca puedes pensar que no tienes nada que aprender. Como decía Rubén Blades, la vida te da sorpresas, y acabas aprendiendo lo que no sabías de alguien que nunca hubieras imaginado. En mi caso, ha sido mi hija mayor la que me ha hecho aprender cosas que no sabía.


Notas:
  1. "Pedro Navaja", del disco Siembra (1978), es una de las canciones más famosas de Rubén Blades. Escrita por él, e interpretada conjuntamente con Willie Colón, la canción pronto triunfó en todo el mundo y fue versionada por muchos otros cantantes y grupos. Entre ellos destaca la Orquesta Platería, que fue la que dio a conocer esa canción en innumerables bailes de fiesta mayor y celebraciones populares. En el segundo disco de la Platería, publicado en 1979, aparecía la genial "Pedro Navaja". El disco fue disco de oro en España y un éxito rotundo.
  2. "Perdona si te llamo amor" es una película dirigida por Federico Moccia, adaptación al cine de su propia novela, del mismo título. La novela tuvo un gran éxito de ventas en Italia y, posteriormente, en muchos otros países, entre ellos España. Del mismo modo, la película, estrenada en 2008, tuvo también un considerable éxito y la historia de Alex y Niki se ha convertido en un referente para muchos jóvenes, no solo italianos.
  3. "Perdona pero quiero casarme contigo" es la continuación de la historia de "Perdona si te llamo amor". La película también ha sido dirigida por Federico Moccia y se estrenó en 2010.


 Enlaces de interés:
  • Sobre "Pedro Navaja":
    • Canción "Pedro Navaja" interpretada por la Orquesta Platería en YouTube.
    • Artículo sobre la canción "Pedro Navaja" en la Wikipedia.
    • Letra de "Pedro Navaja".
  • Sobre Rubén Blades:
    • Página web oficial de Rubén Blades.
    • Artículo sobre Rubén Blades en la Wikipedia.
  • Sobre la Orquesta Platería:
    • Página web oficial de la Orquesta Platería.
  • Sobre Federico Moccia:
    • Artículo sobre Federico Moccia en la Wikipedia.
    • Página web oficial de Federico Moccia.
    • Espacio oficial de Federico Moccia en Facebook.
    • Página web de fans de Federico Moccia.


© Noviembre, 2011 - Pitufox27.
©Gadgets propiedad de Editorial Planeta/Federico Moccia - www.perdonasitellamoamor.com

sábado, 22 de octubre de 2011

Sobre teogonías, tareas titánicas y otros imposibles

© Alex Furr - Library Series 3.
A veces el día a día nos absorbe tanto que pasamos por la vida sin apreciar cosas que tal vez merecerían nuestra atención. En materia de literatura y de música hace años que tuve que asumir, muy a mi pesar, que no sólo el día a día me iba a impedir leer y escucharlo todo, sino que la magnitud de la galaxia Gutenberg (#1) era tan grande a escala humana que lo mismo hubiese podido querer pasearme por alguna nebulosa perdida en lo más profundo del espacio infinito.

Igualmente utópico se me antojó muy pronto, añadiendo más resignación a mi joven visión del mundo, el querer oír toda la música compuesta, tararear todas las canciones, bailar todos los compases... Ni los propios Τιτᾶνες (#2) podrían emprender semejante tarea con esperanzas de éxito. Vamos, que de nada me iban a servir las horas robadas al sueño, consumidas en la lectura de miles de páginas escritas, ni las sesiones de audición que unos auriculares de gama media convertirían en un dolor permanente de los sufridos cartílagos de mis orejas.

Ludwig van Beethoven, Tom Sharp, The Rolling Stones, Isaac Asimov, Immanuel Kant, Somerset Maugham, Manuel de Pedrolo, Stephen King, Genesis, Supertramp... Una amalgama de nombres, sonidos, frases... entraba a raudales en mi hambrienta cabeza, formando una especie de nebulosa más o menos difusa. Horas robadas al sueño, primero clandestinamente, con la ayuda de una linterna bajo las sábanas, cual Bastián de La Historia Interminable, más tarde de forma consentida (aunque no aprobada) por mis padres.

Muchas veces cerré un libro, finalizada la historia que narraba, cuando por la ventana aparecía la luz del alba. Muchas veces, también, di la vuelta una y otra vez a un disco o una cinta de cassette, para desespero de mi familia y vecinos o castigo de mis oídos bajo la presión de los auriculares.

© Dora Pete - Guitar 3.

He citado a Bastián, el joven protagonista de La Historia Interminable (Die unendliche Geschichte), de Michael Ende, no por mero azar. Yo no había leído nada de este escritor alemán, especializado en obras de corte fantástico para niños y jóvenes, cuando, ya en la universidad, una amiga me prestó Momo. La historia de la niña huérfana, que se enfrenta a los hombres grises para impedir que éstos roben el tiempo a la humanidad, me cautivaría rápidamente, como había hecho (y sigue haciendo) con miles de lectores de la obra de Ende.

Más tarde, cuando vi en el catálogo del Círculo de Lectores que habían publicado La Historia Interminable, no dudé en comprarlo. Su lectura me descubriría que yo no había estado solo. Que, igual que yo devoraba páginas a la luz de la linterna, protegido por las sábanas y mantas de mi cama de los inquisitivos deseos maternos de hacerme dormir, un tal Bastián hacía lo mismo en el libro. Se produjo por tanto un curioso fenómeno. Los que hayan leído La Historia Interminable sabrán a lo que me refiero: yo estaba leyendo un libro (si bien ya no necesitaba esconderme dentro de la cama) que hablaba de un niño que leía a escondidas un libro que, a su vez, hablaba de las aventuras de un joven guerrero del reino de Fantasía. Como descubre Bastián al final de su historia, la fantasía nos permite viajar a mundos que contienen, a veces, claves para resolver los problemas del mundo real. Y el secreto está en saber viajar entre ambos mundos, sin dejar que el fantástico nos arrastre y nos haga olvidar el real.

© Jonathan Adrianzen - Old Library.

Pequeñas joyas como Momo o La Historia Interminable podrían haber pasado desapercibidas de no ser por pura casualidad. Eso me preocupaba mucho al principio de mi vida de lector.¿Y si ese libro que no tenía tiempo de leer o dinero para comprar era el que iba a suponer un nuevo descubrimiento para mí? Como el problema no tenía solución, tuve que aceptar que, a veces, la visión estoica (en el sentido que ahora damos a este término #3) de la vida es la única posibilidad que tenemos de no sentirnos engañados por ésta.

Jamás (y fijaros que eso supone un buen montón de tiempo) podremos leer todo lo que se publica. Del mismo modo, tampoco podremos nunca (otro buen montón de tiempo) escuchar toda la música que se compone. Por lo tanto, lo único que podemos hacer los que vivimos de la lectura o la música es conseguir revestirnos de una gruesa coraza de resignación. Y tratar de dejar siempre los radares conectados, a la caza de ese libro revelador o ese disco genial que cambiarán nuestra visión del mundo.



Notas:

#1 - El concepto de Galaxia Gutenberg es introducido por Marshall McLuhan para referirse a la comunicación escrita, al universo de obra y tiempo comprendido desde la invención de la imprenta en Europa (los coreanos la habían inventado dos siglos antes) por Johannes Gutenberg (ca. 1450), hasta el advenimiento de la Galaxia Marconi, cuyo inicio sitúa McLuhan en la invención del telégrafo, y que se caracterizará por el dominio de los medios audiovisuales (la televisión sería el paradigma de esta nueva era). Pero yo lo utilizo de una forma más parecida a la idea de Jorge Luís Borges de La Biblioteca de Babel. Entiendo, por tanto, que la Galaxia Gutenberg es el espacio-tiempo ocupado por todas las obras escritas. Obviamente, es una interpretación personal y subjetiva. Se admiten comentarios al respecto, por supuesto.

#2 - Titanes: Seres mitológicos de la antigua Grecia. Aparecen citados por primera vez en la Teogonía de Hesíodo (poeta clásico griego que, junto a Homero, constituye la cuna de la cultura clásica griega). Son hijos de Urano (el cielo) y Gea (la tierra). Liderados por el más joven, Κρόνος (Crono - el tiempo), gobernarían el mundo durante la edad dorada, hasta ser derrotados en la Τιτανομαχία (Titanomaquia - Guerra de los titanes) por los doce dioses del Olimpo, bajo el mando de Ζεύς (Zeus, hijo menor de Crono y Rea).

#3 - Los filósofos estoicos de la Grecia clásica creían que sólo se puede llegar a alcanzar la tranquilidad y la propia libertad si somos capaces de evitar que nos preocupen las comodidades materiales y la fortuna externa. Es decir, la ἀταραξία (ataraxia, ausencia de turbación) era la idea a perseguir para alcanzar la paz interior. ¿No os recuerda de algún modo ésto las enseñanzas del príncipe Siddhartha?



Algunos enlaces interesantes:

Para no meter estrepitosamente la pata, algunas afirmaciones que hago en este post han sido contrastadas previamente a su publicación. En el curso de esa breve investigación de los recursos de la red mundial, he visitado algunas páginas que considero interesantes de recomendar. Como no podría ser de otra forma (los que me conocen ya saben de mi devoción por esta fuente de información) casi toda la información procede de una atenta lectura de la Wikipedia.
  • Sobre el concepto de galaxia Gutenberg, aldea global y una moderna visión de la historia de la Humanidad:
    1. Marshall McLuhan.
    2. Sociedad de la información.
    3. Aldea global.
  • La Biblioteca de Babel es un interesante cuento de Jorge Luis Borges:
    1. Jorge Luis Borges.
    2. La Biblioteca de Babel.
    3. Texto de La Biblioteca de Babel de Jorge Luis Borges.
  • La mitología clásica griega por sí sola daría tema suficiente para escribir cientos de tesis doctorales. Una rápida visión de ese fascinante mundo se puede seguir a través de los siguientes artículos:
    1. Hesíodo - Poeta que se suele considerar contemporáneo de Homero.
    2. Teogonía - Poema de Hesíodo en el que se explica el origen del mundo.
    3. Gea - Conocida también por Gaya (Γαῖα), es la tierra madre.
    4. Urano - Padre de los Titanes.
    5. Titanes. Hijos de Urano y Gea.


© 2011 - Pitufox27.
© Ilustraciones: en cada imagen indico su procedencia. Todas han sido descargadas de la web de intercambio Stock.XCHNG.

sábado, 24 de septiembre de 2011

El método científico (V)

En esta introducción a la Ciencia y a su forma de hacer las cosas, falta explicar el segundo puntal básico del método científico. En mi post anterior, explicaba el principio de falsabilidad utilizando la crisis de la llamada Mecánica Clásica cuando apareció la Teoría Cuántica. Hoy toca hablar del principio de reproducibilidad...

¿Qué significa que un fenómeno ha de ser reproducible? ¿Por qué, a diferencia de las experiencias religiosas, las abducciones por parte de los extraterrestres, las visiones del planeta Raticulín (#1) y un número enorme de idioteces parecidas, los experimentos científicos han de ser reproducibles?

© Sanja Gjenero - Engineering plans 2

Vayamos poco a poco...

En este contexto, entendemos que una experiencia, fenómeno... etc, es reproducible cuando cualquier persona es capaz de repetirla en cualquier lugar y en cualquier momento. Hay que matizar ésto, pero ya vemos la diferencia clara que existe con los avistamientos de OVNIs, ¿no? Por ejemplo, es evidente que ciertos experimentos científicos han de hacerse en determinadas condiciones que no siempre son fáciles de reproducir. Ejemplos de esto que quiero decir serían determinados fenómenos astronómicos: eclipses, conjunciones, etc. Pero, a diferencia de las experiencias místicas, cualquier persona es capaz de reproducir esos experimentos si se dan todas las demás circunstancias.

Analicemos las coincidencias y diferencias en los dos fenómenos que describo a continuación.

Caso 1: Todo el mundo sabe que, en ciertas noches de lluvia intensa o visibilidad muy reducida por la niebla, hay cierta curva de la carretera de la Rabassada (#2) que se vuelve muy peligrosa. Dicen que algunos automovilistas han contado que, circulando en esas condiciones por la carretera, han visto una chica haciendo autostop. Han parado y la chica les ha preguntado si la podían llevar a Barcelona (o a Sant Cugat, según el sentido de circulación del coche). Poco después, al acercarse a esa curva, la chica, muy alterada, les ha advertido del peligro que suponía la curva y les hacía reducir la velocidad. Una vez pasado el peligro, la chica desparecía misteriosamente. Simplemente, estaba sentada ahí, a su lado, y al apartar la vista de ella, dejaba de estar en el coche. La visión es un espíritu de una chica que falleció al estrellarse su coche en esa curva y que ahora aparece para salvar a los automovilistas de la muerte.

© JR Goleno - Ghost 1

Caso 2: Desde la antigüedad, se sabe que la corteza del sauce blanco sirve para bajar la fiebre y aliviar el dolor. Tal propiedad ha sido descrita por Hipócrates, Plinio el Viejo, Dioscórides y Galeno, entre otros sabios de la Grecia y Roma clásicas. A principios del siglo XIX, se aisló el principio activo de la corteza de sauce blanco, responsable de sus efectos curativos, la salicina. Posteriormente, a finales del siglo XIX, el químico alemán Félix Hoffmann sintetizó el ácido acetilsalicílico, que la Compañía Bayer (en cuyo equipo de investigación de nuevos fármacos trabajaba Hoffmann) comercializaría bajo la denominación comercial de Aspirina. Los efectos analgésicos del ácido acetilsalicílico se basan en sus propiedades como inhibidor de unos neurotransmisores conocidos como prostaglandinas.

© Nina Briski - Lab work

A simple vista, ya vemos que hay diferencias notables entre ambos ejemplos. En el primer caso, el caso de la autoestopista fantasma (una leyenda urbana como cientos de similares) las expresiones "todo el mundo" y "dicen que algunos" son las fuentes de información que se citan. ¿Quién es "todo el mundo"? ¿Quiénes son esos conductores que dicen que...? Barcelona es una ciudad de poco más de 1.600.000 habitantes. Si hiciésemos una encuesta, buena parte de las personas entrevistadas afirmarían que conocen a alguien que les ha dicho que tiene un amigo al que le pasó lo que relata el caso 1. Ahora bien, por amplia que sea la muestra, no hay ni un solo caso en que la persona entrevistada afirme que eso le sucedió a ella. Tampoco hay imágenes, ni fotografías ni clips de vídeo, que muestren a la famosa chica. Ni registros de su voz... Si cualquiera de nosotros pasara repetidas veces por esa carretera, nunca la vería... ¿Hace falta que siga?

© Thier Aquino - Lab

En cambio, el caso 2 ofrece una lectura muy distinta. Si cualquiera de nosotros tuviese fiebre o dolor de espalda (por ejemplo) y masticara un poco de corteza de sauce blanco, comprobaría que la fiebre o el dolor remitirían en parte, o incluso completamente. El proceso de extracción de la salicina está ampliamente documentado en la bibliografía farmaceútica y es posible repetirlo sin demasiadas complicaciones, incluso en un pequeño laboratorio casero. La efectividad del ácido acetilsalicílico para aliviar las dolencias que se supone que trata está documentada sobradamente ya que es uno de los productos más utilizados en todo el mundo: del orden de las 40.000 toneladas al año... Cualquiera de nosotros puede comprobar que lo que se dice en el caso 2 es, por lo menos, fiable.

La reproducibilidad de una experiencia científica es la base del conocimiento científico. Como diría Santo Tomás Apostol (#3)... Ver es creer.


NOTAS:

(1) El planeta Raticulín es uno de los lugares que menciona el vidente y sanador Carlos Jesús en sus actuaciones. Una visión menos humorística de las andanzas de este increíble sujeto (lo increíble no es que existan personajes así, lo increíble es que alguien los escuche) se puede encontrar en la página web El Almanaque.

(2) Carretera BP-1417, que enlaza Barcelona con Sant Cugat del Vallés a través de la Sierra de Collserola. Es muy famosa por su trazado sinuoso, antiguo escenario de carreras de subida en cuesta. En épocas recientes, se ha tenido que extremar la vigilancia policial porque era frecuente que se organizasen carreras clandestinas.

(3) Juan, 20:24-29 - Es conocido el pasaje donde Tomás Apostol expresa su incredulidad ante la resurrección de Jesús:
«Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos visto. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré.
Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío!, y ¡Dios mío!
Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron.»

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© Ilustraciones: en cada una de ellas se indica su autor y título. Han sido obtenidas de Stock.XCHNG.

domingo, 11 de septiembre de 2011

El método científico (IV)

Pero... ¿En qué consiste exactamente el método científico? ¿Sirve para extraer conclusiones sobre cualquier tema? ¿Es infalible? Bueno... Vayamos por pasos.

He mencionado en mi segundo post de esta serie, El método científico (II), que cualquier afirmación científica ha de basarse sobre dos principios fundamentales: la reproducibilidad y la falsabilidad. Cualquier experimento científico ha de poder ser reproducido las veces que haga falta. Una verdad científica no puede basarse en observaciones realizadas por una sola persona, sino que cualquiera ha de poder reproducir dichas observaciones. Por otro lado, las teorías científicas no son verdades absolutas. Cualquier teoría se ha de poder negar en caso de que la experiencia demuestre que sus predicciones no se ajustan a la realidad.

Anteriormente, ya he mencionado la Teoría Cuántica. Es un ejemplo perfecto para ilustrar el principio de falsabilidad. A finales del siglo XIX, la comunidad científica estaba más o menos convencida de que la Física estaba prácticamente cerrada.

© Ole Jørgen Bratland & Gisele Jaquenod - Old physics book.

Es bastante conocida la anécdota de que, cuando Max Planck terminó su graduación a los 16 años dudaba sobre qué estudios universitarios iniciar. Tenía talento para la música, era bastante bueno con la filología clásica y le atraía la Física. Así que consultó con el profesor de Física de la Universidad de Munich, Philipp von Jolly sobre la posibilidad de estudiar esa disciplina. La respuesta de Jolly fue que en Física estaba prácticamente todo descubierto y que sólo quedaban unos pocos huecos que rellenar. Esa opinión no era exclusiva, en absoluto, de Jolly, sino que era la opinión mayoritaria de la comunidad científica de su época.

Por suerte, Planck se veía fuertemente atraído por el estudio de la Física y no hizo caso de la advertencia de su futuro profesor. Inició su carrera como alumno de Jolly, pero en 1877 pasó a estudiar en la Universidad Friedrich-Willhems de Berlín, teniendo como profesores a Hermann von Helmholtz y a Gustav Kirchhoff, otros dos eminentes físicos de su época.

Tal y como le había advertido Jolly, en el campo de la Física todo parecía estar ya estudiado y resuelto. Sólo quedaban unos pocos fenómenos que no se ajustaban a las predicciones teóricas y que desafiaban el orden establecido. Primero, existía el problema planteado por el experimento de Michelson y Morley, que parecía poner en entredicho la existencia del éter, un supuesto fluido que debía llenar el vacío del espacio y en cuyo seno se deberían transmitir las ondas electromagnéticas (como la luz, por ejemplo). Tampoco se entendían dos fenómenos experimentales que no encajaban con la teoría clásica: el movimiento browniano y el efecto fotoeléctrico. Habían otros flecos que avisaban de que aún quedaban sorpresas por descubrir. Pero uno de los más importantes era la controvertida radiación del cuerpo negro.

El concepto de cuerpo negro había sido introducido por Kirchhoff: un cuerpo negro es un objeto hipotético que absorve todas las radiaciones que inciden sobre él, sin reflejar o ser transparente a ninguna de ellas. Todos los cuerpos emiten radiación en función de su temperatura. Así que el cuerpo negro lo hacía también. Pero el problema que presentaba la radiación que emitía un cuerpo negro es que seguía un patrón completamente anómalo.

Planck tuvo que enfrentarse a lo que se conocía en su tiempo como la catástrofe del ultravioleta. Según la Física clásica, conforme aumentaba la temperatura del cuerpo negro, la energía de la radiación emitida por éste debía tender al infinito para valores muy pequeños de la longitud de onda de la radiación. La zona del ultravioleta, con longitudes de onda muy pequeñas, debía generar, por tanto, energías enormes. Pero, tanto experimentalmente como por pura lógica, este comportamiento del modelo teórico no se daba en la realidad. Al llegar a la zona del ultravioleta, la energía emitida se hace muy pequeña... ¿Por qué fallaba en ese punto la teoría clásica?

© Ole Jørgen Bratland & Gisele Jaquenod - Studying 1.

Ahí intervino la genialidad de Planck. Si en los cálculos matemáticos se sustituía una integral (suma infinita de términos infinitamente pequeños) por una suma discreta, el problema desaparecía y el resultado obtenido concordaba de forma extraordinariamente exacta con los valores experimentales. Pero esa operación matemática implicaba que la energía, concebida por la Física clásica como una magnitud contínua (de ahí el uso de integrales para su cálculo), tenía que ser considerada como una magnitud no contínua, formada por pequeños paquetes indivisibles de energía, los quantum o cuantos.

De esta forma, el intento de explicar el porqué de un fenómeno físico (el comportamiento de la radiación del cuerpo negro en la zona del ultravioleta) modificando una ecuación matemática para que diese una solución acorde con la realidad, conducía a introducir una revolución conceptual que atacaba las mismas bases de las teorías que se suponían correctas desde hacía 200 años atrás. La Física no fué la misma tras la revolución de Planck.

Una teoría que funcionaba razonablemente bien (la mecánica clásica, o de Newton) se revelaba como insuficiente para explicar un nuevo fenómeno. Ésto suponía la adopción de una nueva teoría (la mecánica cuántica), desplazando la anterior y permitiendo el avance de nuestro conocimiento del mundo que nos rodea.

¡Ah! Se me olvidaba comentar que a Max Planck no lo quemaron en ninguna hoguera. Recibió el Premio Nobel de Física en 1918.


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© Imágenes: Ole Jørgen Bratland & Gisele Jaquenod (publicadas en Stock.XCHNG).

viernes, 9 de septiembre de 2011

El método científico (III)

© H Berends - Test tube.

Mi joven rechazo a los sectarismos, idolatrías y demás lamidas de culo asociadas al mundo de las Artes y las Letras se vió claramente influenciado por el contraste que yo percibía con las áreas científicas. Por supuesto, la condición humana es inherente a todos y, por lo tanto, dentro del mundo científico también existían personalismos, cultos a la autoridad establecida y mucho, muchísimo peloteo por parte de los subordinados hacia el Gran Jefe que Todo lo Sabe.

Con los años, ya en la Universidad, descubrí que el ego de muchos profesores, catedráticos, ... etc, no tenía nada que envidiar al de los críticos literarios, prohombres de las Letras, artistas galácticos y demás fauna que habita en los ecosistemas de las galerías de arte, Ministerios de Cultura y subvenciones por la jeta. Nunca se me olvidarán las carcajadas con que mis compañeros de Facultad contaban la última que había protagonizado el adjunto del Departamento de ... (bueno, tampoco hace falta que diga de qué departamento era, ¿no?) cuando, en un baile organizado por la Facultad para celebrar la festividad de San Alberto Magno, tras trasegar el sexto whisky, se iba colgando del hombro de todo el que caía en sus redes para contarle al oído que él había nacido dos días después de la muerte de Albert Einstein.

Pero, con sus servidumbres y defectos, a mí la Ciencia siempre se me ha antojado una verdadera fuente de conocimiento. Se puede obstaculizar el avance de una idea que parece romper con todo lo que se da por sentado. Se pueden defender ideas descabelladas. Se puede mentir, tanto de forma consciente, como inconsciente. Pero al final, la Verdad, siempre acaba triunfando. Una teoría científica quedará más tarde o temprano arrinconada si existen evidencias objetivas que demuestran su no validez. No se quema a nadie que presente las nuevas evidencias, no se lo tacha de hereje ni se lo excomulga...

Y al revés también sucede. Una de las teorías científicas que presenta una mayor concordancia entre sus predicciones y los valores experimentales es la Teoría Cuántica. Su origen está en una idea que se le ocurrió al físico alemán Max Planck para justificar el extraño comportamiento que tenía la radiación emitida por un cuerpo negro. Este tipo de cuerpo es un objeto teórico ideado para estudiar la emisión de radiación electromagnética. A finales del siglo XIX, la teoría clásica que se aceptaba en ese momento predecía un comportamiento que no se ajustaba al observado en la realidad. Planck, a modo de ejercicio mental, ideó un modelo teórico que justificaba las observaciones experimentales. Al publicarlo, él mismo escribía que su hipótesis tenía que ser falsa ya que introducía un concepto revolucionario (la cuantización de la energía) que chocaba con el Universo imaginado hasta la fecha, heredero de la Mecánica de Newton y, si nos remontamos a los orígenes más antiguos, basado en la concepción aristotélica y/o euclidiana del mundo.

© Laurence Diver - Black hole.

Pero su trabajo fué seguido por otros físicos que vieron en su hipótesis una nueva forma de interpretar fenómenos que no se podían explicar en el marco de la física clásica. Albert Einstein aplicaría el concepto de cuanto de energía para explicar el, hasta entonces, anómalo efecto fotoeléctrico. La Teoría Cuántica empezaba así una carrera llena de éxitos que la convertiría en la piedra angular de buena parte de los avances en la Física del siglo XX.

Pero la grandeza de la Ciencia y del método científico radica en que no hay nada intocable. Más tarde o temprano puede aparecer una nueva interpretación del Universo que permita explicar fenómenos que la Teoría Cuántica no pueda. Y en ese momento, se adecuará nuestra visión del mundo para incorporar los nuevos descubrimientos. Un científico es alguien que ha de trabajar suponiendo como válidas ideas que sabe que pueden ser falsas. Un científico sabe que no existe la VERDAD absoluta. 


© 2011 - Pitufox27.
© Imágenes: Las imágenes pertenecen a sus respectivos autores. (Publicadas en Stock.XCHNG).

jueves, 8 de septiembre de 2011

El método científico (II)

© H Berends - Science.

Es sabido que no existe UN método científico, ya que son numerosas las herramientas que los científicos utilizan para enfrentarse a lo desconocido. Por citar unas cuantas, podríamos ver las siguientes herramientas:
  • Definición de conceptos.
  • Clasificación de conceptos.
  • Recopilación de datos y elaboración de estadísticas.
  • Procedimientos de medición.
  • Creación de hipótesis y deducción de predicciones.
De alguna forma, cuando hablamos del método científico, hemos de asumir que estamos hablando de ese conjunto de herramientas (y de muchas más, claro está). No existe una clasificación única ni tampoco se está de acuerdo con el listado completo de todas las herramientas que existen. Pero sí que podemos establecer las dos bases sobre las que se asienta el método científico. Y es la existencia de esas bases lo que yo percibí como diferencia fundamental entre las ciencias y las letras...

Cualquier afirmación científica ha de cumplir dos principios, lo que hemos llamado bases. Por un lado, cualquier experimento ha de ser reproducible por cualquier persona y en cualquier lugar. Y por otro, toda ley ha de poder ser negada en caso de que aparezcan evidencias de que no es correcta. Dicho en lenguaje simple y directo: un científico no es un gurú ni un mesias, capaz de ver la luz donde el resto de los mortales sólo percibe una triste oscuridad, y una verdad científica sólo es verdad mientras no se demuestre lo contrario, sin que el pobre que descubre la falsedad de la teoría corra peligro alguno de terminar sus días como una vulgar chuleta de cordero cocida a la brasa de una bonita hoguera.

¿Cómo afectaba esta sutil diferencia entre Artes y Ciencias mi juvenil visión del mundo? La diferencia era, para mí, evidente y clara. Un problema de Matemáticas sólo podía tener dos finales... O estaba bien, o había algún error absolutamente objetivo. El resultado era independiente de si esa noche mi profesor había dormido bien, su equipo de fútbol era rival eterno del mío o ambos leíamos el mismo periódico. Dos alumnos distintos tenían la misma nota en caso de que ambos hubiesen hecho bien el mismo número de ejercicios de un examen.

En el maravilloso mundo de las Artes y las Letras, el panorama se me antojaba bastante distinto. Recuerdo que teníamos una profesora de Geografía e Historia que ante dos respuestas idénticas, con el mismo número de faltas de ortografía e igual acierto o fallo en las afirmaciones emitidas, era capaz de poner una nota muy alta si el afortunado alumno había tenido la precaución de subrayar las palabras o frases clave de su exposición, a modo de esquema o resumen. En cambio, el alumno que escribía ese mismo texto (u otro equivalente) de la forma habitual, podía ver como su nota era un par de puntos inferior a la del otro... Este extraño comportamiento fue observado por una compañera que tenía la costumbre de subrayar sus respuestas. La lógica conclusión a la que todos llegamos es que la profesora huía de leer todos los exámenes completos (trabajo demasiado aburrido y largo de terminar), saltando de un párrafo a otro. Si le subrayábamos las ideas básicas, no se le escapaba ninguna y podía emitir una nota más justa. Sin comentarios...

© Antoni Tàpies - '34' (Litografía).

Por supuesto, existen muchísimas más diferencias que ilustran lo que descubrí en esa época. ¿Qué hace que un garabato pintarrajeado en una sábana valga miles de euros si en una esquina lleva la firma de un tal Antoni Tàpies y que, en cambio, si es mi hija pequeña la que destrozaba una sábana de la misma forma, lo máximo que podía ocurrir es que su madre le zurrara en el culo? ¡Por favor! ¿Cómo puedo hablar así del proceso creativo, de la magia del arte? ¡Qué poca vergüenza por mi parte! ¿No?

Yo creo que me refugié en las Ciencias porque enseguida descubrí que, si quería aprender algo del mundo que me rodeaba, no tenía más remedio que huir de papanatismos, cotos privados de caza, sectas, egolatrías de patriarcas y prohombres ilustres y demás servidumbres que arrastra detrás suyo el mundo de las Letras y las Artes. En esa época acuñé una frase que suscitaba el cabreo de mis profesores y compañeros de letras: "El saber está en las Ciencias; las Letras son culturilla."


© 2011 - Pitufox27
© Imágenes - Las imágenes son propiedad de sus autores respectivos.

El método científico (I)

© Laura Shreck - Satelite 2.


Desde muy pequeño me dí cuenta que, si queremos aprender algo del mundo que nos rodea, debemos, sobre todo, ponernos de acuerdo en dos cosas: hablar un lenguaje único, y emplear un método único de enfrentarnos a lo desconocido.


¿Cómo podemos ponernos de acuerdo sobre cualquier cosa si tú y yo tenemos nuestro punto de vista propio? Tú puedes ver una pared más o menos recta, pintada de un color que denominas blanco y tener la impresión de que está más o menos bien conservada. En cambio, yo puedo verla y pensar que está mal construida, torcida, pintada de un insufrible color grisáceo, cochambrosa y a punto de caerse... Y si aparecen terceras, cuartas..., etc, opiniones, la cosa se irá complicando cada vez más, hasta convertir un sencillo diagnóstico del estado de una pared en una reunión de una comunidad de propietarios... Mil voces y ninguna repetida.

¿Qué criterio podemos usar para saber de qué estamos hablando cada uno de nosotros cuando decimos blanco, o recto... o cualquier otro calificativo que suponga un dato sobre el que construir nuestro diagnóstico?

La pregunta no es fruto del aburrimiento de un adolescente que no sabe cómo acelerar el paso interminable del tiempo durante sus vacaciones de verano, alejado de deberes escolares y compañeros con los que jugar apasionantes partidos de fútbol... La pregunta es muy importante. Descubrí la magnitud de esta importancia cuando empecé a enfrentarme, en mis años de estudiante, a los primeros exámenes de Historia o de Literatura... No mencionaré lo importante que puede llegar a ser eso en un examen de Filosofía.

Es decir... Cuando me enfrento por primera vez a un examen de Literatura, ¿qué debo hacer? ¿Respondo lo que yo pienso o lo que sé que al profesor le gustaría leer...? Por poner un ejemplo más o menos autobiográfico (y por tanto, que podríamos definir como real) permitidme que ilustre lo que quiero decir.

La primera vez que leí Crimen y castigo de Fiódor Dostoyevski me pareció un mamotreto, solemnemente aburrido, que trataba sobre las comeduras de coco de un pobre desgraciado que no dejaba de atormentarse por haber cometido un asesinato más o menos insignificante dentro del turbulento momento histórico que agitaba la vida europea en general y rusa en particular. Me pareció, en ese momento, un ejercicio de pajeo mental que el señor Dostoyevski se podía haber ahorrado de haber tenido un mínimo de misericordia por sus congéneres contemporáneos y/o futuros.

Fíodor Dostoievski - Portada de una edición de 1867 de Crimen y Castigo.


El eminente escritor ruso habría sido recordado de forma más amable por generaciones de estudiantes de enseñanza secundaria, y algún que otro lector despistado, si hubiese tenido la precaución de someter cada uno de los doce capítulos que publicaría en 1866 el diario El mensajero ruso (Русский вестник), a la censura misericordiosa de un buen fuego de chimenea... Es más: hubiese sido igualmente vitoreado por esos miles de estudiantes aunque sus manuscritos se hubieran caído dentro de un modesto fogón de cocina, oportunamente encendido, claro está. Todo ello sin menoscabo de pasar a la posteridad como uno de los grandes literatos rusos de la época zarista...

Resumiendo... Sin pretender restar importancia a la figura de Dostoyevski dentro de la literatura rusa del siglo XIX, las horas que dediqué a tratar de alcanzar la palabra FIN tras cientos y cientos de páginas emborronadas con un texto de lectura difícil, aburrida y carente del más mínimo sentido para mí, me parecieron en ese momento el tiempo perdido de la forma más inútil que recordaba.

¿Qué podía yo escribir en mi trabajo sobre semejante lectura? Estaba claro que me enfrentaba a un problema de conciencia: Si explicaba lo que de verdad había despertado en mi ser la lectura de aquel mamotreto, era evidente que mis palabras (sinceras pero imprudentes) podían herir la sensibilidad de mi profesora de Literatura, mucho más receptiva al mensaje del eminente literato ruso de lo que mi poco cultivada mente lo estaba.

Por otra parte, yo sabía de qué pié cojeaba mi profesora... (ningún alumno que se precie de tal título puede dejar de aprender, lo antes posible, cuáles son las opiniones y gustos de sus profesores ya que su vida académica depende de ello). Y si hacía un apasionado trabajo describiendo la angustia con la que mi joven corazón había leído los tortuosos pensamientos del pobre Raskolnikov sumido en el sufrimiento por el crimen cometido, no tanto fruto de la naturaleza maligna de un asesino sino anunciado final a un contexto de miseria socio-económica, resultado evidente de la política nefasta de los sucesivos gobiernos rusos que habían conseguido hacer brillar la corte y los palacios zaristas a costa de sumir a la plebe en la más rotunda pobreza, anuncio inequívoco de los malestares que iban a desembocar en una futura Revolución rusa, yo sabía que una beatífica sonrisa iba a dibujarse en la cara de mi profesora mientras repetidos movimientos de cabeza iban a corroborar su aquiescencia con mis jóvenes palabras.

Así pues, ese era el dilema. ¿Sinceridad o empatía? ¿Yo debía explicar cuál era mi opinión sobre lo que había leído, o era preferible provocar la simpatía de mi juez a base de utilizar las que podrían haber sido sus propias palabras? ¿Mi trabajo debía ser el resultado de la VERDAD o de un maquiavélico cálculo de simpatías?

¡Jajaja! Por supuesto, yo era joven pero hacía años que había dejado de ser un iluso. Uno aprende a muy temprana edad, sobre todo en las sociedades urbanas (sometidas a un flujo de información y contrastes mucho más intenso que las sociedades rurales), que la VERDAD, así, en mayúsculas, no existe... Todos tenemos nuestra verdad. Lo único que necesitamos para que nuestra verdad se convierta en una Verdad con cierta resonancia en nuestro entorno, es una buena campaña de marketing.

Como diría el propio Joseph Goebbels, cualquiera podía construir una Verdad a partir de su verdad, si disponía de los medios adecuados. ¿Y qué mejor Verdad que aquella que los demás quieren oir?

Esta forma de enfrentarnos a ciertos conocimientos humanos tenía un pequeño problema. Lo que para mí o mi profesora de Literatura podía ser Verdad, dejaba de serlo cuando aparecía otro punto de vista en el escenario. Un mismo trabajo de Literatura, corregido por dos profesores distintos, podía perfectamente tener calificaciones completamente dispares... ¡Y eso me sublevaba! Que cualquier pelota asqueroso pudiera sacar mejor nota que yo, sólo por poner en su examen aquello que el profesor quería leer en lugar de defender una opinión personal y original como la mía, era una idea que enfriaba mi camino hacia las Artes...

Todo aquello que hacía referencia al mundo artístico, tenía tal carga de subjetividad que se me hacía soso y aburrido. Yo, en mi idealista visión del Universo, pensaba que el único camino hacia la VERDAD pasaba por la comprensión del mundo que nos rodea y que para comprender necesitábamos estar de acuerdo.

Las leyes del Universo precisan de un lenguaje único y, como no, universal. Semejante aforismo conduce inequívocamente a la búsqueda de tal lenguaje. De momento, y salvo algunos intentos de encontrar un lenguaje sustituto más o menos poco exitosos, tal lenguaje universal es lo que todos conocemos como MATEMÁTICAS.

Podemos saber algo sobre una cosa cuando la podemos expresar en números. El número carece de subjetividad (por favor, corramos de momento un tupido velo sobre el siempre entretenido mundo de la Estadística..., es una pequeña concesión que pido al lector para poder argumentar adecuadamente mi tesis): Dos es el doble de uno y la mitad de cuatro. Y eso es siempre así. Aquí y en Vladivostok. Medir es la operación que nos permite aprender algo sobre el Universo. Medir... ¿Qué?¿Cómo?

© Tory Byrne - Measuring cup.

¡Ah, señores! Precisamente esa es la cuestión... Una vez estamos de acuerdo en que es necesario un lenguaje común con el que todos podamos entendernos, y adjudicada esa responsabilidad a nuestros viejos amigos los números, nos falta un conjunto de normas... Una especie de convenio colectivo, de método, de manera de ver la realidad (sea lo que sea eso tan abstracto de la realidad), alrededor del cual podamos todos ponernos de acuerdo sobre una cosa.

A esa metodología, a esa forma de mirar a nuestro alrededor, la llamamos CIENCIA. Y al conjunto de normas con las que la CIENCIA aborda el intento de discernir los misterios del Universo, lo llamaremos, en lo sucesivo el método científico.


© 2011 - Pitufox27.
© Ilustraciones: Se indica en cada una su autoría. La primera y la tercera están publicadas en Stock.XCHNG. La portada de Crimen y castigo está tomada de la Wikipedia.

lunes, 29 de agosto de 2011

Rómulo Royo


Bajo el pseudónimo de Wenig Bär, este breve post sobre la obra de Rómulo Royo fué publicado el 25 de Agosto de 2009 en Netlog. Era un primer capítulo de un proyecto, después abandonado, que quería hacer una pequeña excursión por el mundo de los dibujantes y artistas gráficos que más me interesaban en ese momento.


Rómulo Royo es un artista aragonés cuyo apellido nos suena a todos. Es hijo del conocidísimo dibujante Luís Royo. "De casta le viene al galgo"...

Nacido en Zaragoza en 1976, Rómulo Royo cursó estudios de ilustración y diseño gráfico en la Escuela de Artes de Zaragoza, así como historia en la Facultad de Filosofía y Letras de esta ciudad. Completó su formación como ilustrador y explorando nuevos materiales en varios estudios de arte, entre ellos el de su padre.

Como artista, no busquemos en él una prolongación de Luís Royo. Ni sus técnicas ni su particular visión del mundo tienen, aparentemente, nada en común con los conocidos dibujos de fuertes guerreros y esculturales mujeres de su padre. Aunque ha colaborado en trabajos de Luís, Rómulo explota todas las posibilidades de materiales como el metacrilato y el aluminio, el empleo de la retroiluminación, las performances en entornos al aire libre... etc. Rómulo respondería a los patrones del artista gráfico "total".

A continuación, muestro algunas de las obras de Rómulo, extraídas de su página web, absolutamente recomendada, no sólo por su arte sino incluso por su diseño, francamente bueno.




© 2005 - Rómulo Royo - "Estremecido hasta su mismo centro"




© 2005 - Rómulo Royo - "El Apaleamiento"




© 2006 - Rómulo Royo - Serie "Siameses"  (1)




© 2008 - Rómulo Royo - Serie "Siameses"  (2)




© 2008 - Rómulo Royo - Serie "Siameses"  (3)




© 2008 - Rómulo Royo - Serie "Siameses"  (4)




© 2008 - Rómulo Royo - Serie "Siameses"  (5)



©2009 - Pitufox27 (bajo el pseudónimo de Wenig Bär).

jueves, 18 de agosto de 2011

Influencias...

© Egilshay (Kym McLeod)  - Old books

Estaba dando una ojeada a mis últimas intervenciones en las diferentes páginas de Internet en las que escribo cosas y no he podido evitar pensar que, a veces, una mirada perspicaz permite ver las influencias que nos afectan durante toda nuestra vida.

Podría decirse que mi vida adulta como lector empezó en el campo de la ciencia-ficción gracias a la afortunada coincidencia de que mis primeras lecturas de ese género (si salvamos las omnipresentes novelas de Julio Verne) fueron "2001, una odisea del espacio", de Arthur C. Clarke, y "Yo, robot", de Isaac Asimov. Si alguien me preguntara qué libros de ciencia-ficción recomendaría yo para iniciarme en el género, la verdad es que no se me ocurren dos títulos más acertados. Es verdad que existen algunas obras de mayor calidad (nadie pone en duda el valor literario de las "Crónicas marcianas", de Ray Bradbury, por ejemplo), pero cualquier otra elección requiere o mayor compromiso por parte del lector o un cierto gusto ya declarado por la cosa fantacientífica.

Así que podría decirse que me siento un privilegiado. Entré en el mundo de la ciencia-ficción de la mano de los dos embajadores más acertados que puedo recomendar. Arthur C. Clarke ha sido siempre un referente intocable en mi particular Olimpo literario. Por muchísimas razones, que serán más discutibles o menos, su estilo simple y fácil de leer me parece más meritorio que el que usan algunos renombrados hombres de letras. Esos mismos escritores y críticos que arrugan la nariz (como quien huele a mierda) cuando la palabra ciencia-ficción asoma por la puerta. Recuerdo muchas discusiones sobre este tema con mi profesora de lengua española y literatura de mis años de instituto. Ella no podía entender (ni aprobar) que en la cabecera de mi cama coexistieran los "Cuentos de la Taberna del Ciervo Blanco" de Arthur C. Clarke y "Cien años de soledad" de Gabriel García Márquez... Pero, por mucho que he tratado de flagelar mis sentidos para educarlos y hacerlos dignos de apreciar las virtudes literarias de ... (no sé si decir nombres, tampoco quiero ser injusto con según qué autores) confieso que los miles de libros leídos y la madurez como lector me ha convencido de que calidad y dificultad de lectura no tienen porqué ser sinónimos.

Sin duda, mis gustos como lector han cambiado con los años. Supongo que eso nos pasa a todos. Si ahora mismo tuviera que abrir de nuevo la "Crítica de la razón pura" de Immanuel Kant, creo que sería incapaz de pasar de la primera frase... Claro que conociendo a Kant eso significa que podría llegar hasta la segunda página, pero aún así la situación ha cambiado mucho desde mi verano del 77. Tal vez por eso, cada vez aprecio más a escritores como Ken Follett, Stephen King o Quim Monzó (por citar unos pocos de mis favoritos). Son autores que, con la excepción del último, jamás recibirán un Premio Nobel de Literatura, pero son capaces de escribir obras interesantes, que mantienen al lector con los ojos pegados al libro, devorando páginas y tienen un estilo sencillo y fácil de leer (que no fácil de escribir... la simplicidad sólo es posible tras infinidad de palabras escritas, borradas y vueltas a escribir).

Pero... ¿Qué he visto de mi forma de escribir que me recuerde a mis antiguas lecturas? Bueno, quiero decir antes que nada que soy consciente del abismo que hay entre mis rollos de dimensiones quijotescas (ya irán apareciendo posts en este blog que demostrarán la oportunidad de este adjetivo) y las obras de los escritores que han entretenido y tratado de ilustrar mi pobre espíritu durante mi medio lustro de vida. Ni pretendo ser un escritor ni creo que nunca sería capaz de serlo. Me faltan muchas de las cualidades necesarias para que lo que escribo tenga un mínimo de calidad. Pero, como suelo decir, aunque sea malo me divierte el hacerlo. Y como es gratis...

© Patuska (Patricia Fortes) - Typewriter 2

Y volviendo a la pregunta, auténtico motivo de este post, mientras repasaba cosas escritas por mí, me fijé en que siempre hablo de mí mismo, de mi proceso creativo (¡joder! qué ampulosa que queda esa expresión...) y me empeño en citar fuentes y referencias a diestro y siniestro... Y esta observación me ha hecho recordar la forma como el buen doctor (Isaac Asimov) ilustraba sus recopilaciones de cuentos, sus revisitaciones a temas antiguos y otras obras de su segunda etapa fantacientífica. Asimov se recreaba en su propio personaje, contando las circunstancias que habian envuelto la creación de su obra, hablando de sí mismo y de su entorno. Supongo que las largas decenas de libros que he leído de este autor (no toda su obra, tiene más de 300 publicaciones) me han pegado algo de su estilo y forma de hacer las cosas.

Por supuesto que me gustaría pensar que mi forma de escribir podrá ser algún día parecida a la de un escritor semejante. Pero me temo, como ya he dicho antes, que me faltan muchas de las cualidades necesarias para dar ese salto que diferencia al mero aficionado, aburrido, inconstante, sin rumbo... del escritor profesional con chispa creativa, entretenido de leer y que sabe convertir la creación literaria no sólo en un arte sino también en un oficio.



Algunos enlaces interesantes...

  1. Viaje al centro del Verne conocido - Sitio de referencia en español sobre Jules Verne.
  2. JULIO VERNE el más desconocido de los hombres - Sitio en español dedicado a la vida y obra del escritor.
  3. Bibliotecas Virtuales: Julio Verne - Biblioteca on-line que contiene diversa información sobre el autor. Se pueden leer bastantes de sus obras más conocidas.
  4. Sitio de Ciencia-Ficción: Julio Verne - Página sobre Ciencia-Ficción, escrita en español. Contiene diversa información sobre el escritor francés.
  5. El Poder de la Palabra: Jules Verne - Página literaria en español que contiene información sobre este escritor.
  6. Sitio de Ciencia-Ficción: Arthur C. Clarke - Página sobre Ciencia-Ficción, escrita en español. Incluye biografía y comentarios de obras.
  7. ARTHURCCLARKE.NET - Página en inglés para fans del escritor. Sitio no-oficial con todo lo necesario para seguir su obra.
  8. The Arthur C. Clarke Foundation - Página de la Fundación Arthur C. Clarke (en inglés). Contiene todo el legado del autor, escritos, noticias...
  9. Arthur C. Clarke Award - Página del premio para autores de Ciencia-Ficción en lengua inglesa, que lleva el nombre del escritor.
  10. El Poder de la Palabra: Arthur C. Clarke - Página literaria en español, con reseñas, fragmentos de obras, música, fotografías... etc.
  11. Sitio de Ciencia-Ficción: Isaac Asimov - Página sobre Ciencia-Ficción, escrita en español. Contiene información diversa sobre autores y obras.
  12. Asimov On Line - Página sobre Isaac Asimov, escrita por Ed Seiler (en inglés). Contiene información de excelente nivel.
  13. La Flecha - Página de información sobre ciencia y tecnología, escrita en español. Contiene una interesante reseña biográfica, enlaces, lista de obras, y material diverso de buen nivel.
  14. Isaac Asimov's Foundations Universe - Sitio dedicado a todo lo referente al ciclo de las fundaciones de Asimov (en inglés).
  15. Lorenzo, servidor - Página personal de una arquitecta argentina, fan de Asimov, que contiene mucha información sobre el escritor, numerosos enlaces y material diverso. En español.
  16. El Poder de la Palabra: Isaac Asimov - Página literaria en español. Entrada dedicada a este autor.
  17. Ray Bradbury - Página oficial del autor (en inglés).
  18. Lecturalia: Ray Bradbury - Portal literario en español que contiene reseñas de libros y comentarios de sus obras.
  19. El Poder de la Palabra: Ray Bradbury - Página literaria en español, con datos e informaciones sobre la obra de este autor.
  20. Sitio de Ciencia-Ficción: Ray Bradbury -Página sobre Ciencia-Ficción, en español, que contiene amplia información sobre este autor.
  21. Ciudad Seva - Página web del escritor puertorriqueño Luis López Nieves, que incluye una buena lista de cuentos íntegros de Ray Bradbury, traducidos al español.
  22. Liter Área Fantástica - Página en español, dedicada a la literatura fantástica, de terror y de Ciencia-Ficción.
  23. Wikipedia: Gabriel García Márquez - La entrada de la Wikipedia sobre este autor es de una calidad excelente. Aunque este enlace nos dirige a la versión en castellano, la redactada en inglés está catalogada como un "buen artículo".
  24. Wikipedia: Immanuel Kant - Buen artículo de la Wikipedia sobre la vida y obra de Kant.
  25. Webdianoia: Immanuel Kant - Página a nivel de Bachillerato que introduce el estudio de la filosofía. Una excelente forma de iniciarse en el conocimiento de Kant.
  26. Torre de Babel: Kant - Portal de Filosofía, Psicología y Humanidades. Contiene un buen capítulo dedicado al estudio de la obra y el pensamiento de Kant.
  27. Ken Follett - Página web oficial del autor (en inglés, aunque contiene algo de informacion en español).
  28. Web en castellano de Ken Follett - Página web oficial de Ken Follett en español, vinculada a su editor, Random House Mondadori. Contiene descargas de los primeros capítulos de sus obras más conocidas.
  29. StephenKing.Com - Sitio oficial del autor (en inglés).
  30. ka-tet corporation.com - Portal de noticias y comunidad virtual sobre Stephen King.
  31. lletrA: Quim Monzó - Portal de literatura catalana, con abundante información sobre el autor y su obra.
  32. La Vanguardia: Quim Monzó - Portal del periódico La Vanguardia, con todos los artículos publicados por este autor.



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miércoles, 10 de agosto de 2011

El perquè de tot plegat

© 2009 Leslie Watts - Bookcase

He tomado prestado el título de mi primer post de una excelente novela de Quim Monzó, uno de mis autores más admirados como persona pero que, confieso, leo menos de lo que debiera... El motivo es evidente: este título le va como anillo al dedo al contenido del post.

A veces se hacen cosas sin tener un motivo concreto. Al menos, a mí me pasa eso con relativa frecuencia. No siempre, pero sí lo suficiente como para que, cuando busco un motivo para hacer algo, a veces no encuentro una respuesta concreta. Simplemente, dejo que las circunstancias del momento, el entorno como diría uno del Barça, guíen mis pasos en una dirección u otra.

He hecho varios intentos de abrir un blog en Blogger. De vez en cuando, he creado un perfil y me he enfrentado a las diversas opciones para crear mi propio blog. En algunos de mis intentos, no he pasado de la fase de abrir una cuenta, dar una información mínima, darle cierto aspecto más o menos a mi gusto a lo que después debería haberse convertido en mi blog, y... Y nada más. Tal y como abría ese perfil, otras cosas llamaban mi atención y el intento se quedaba en eso: en un intento más.

Pero no hay nada como la envidia para que uno tome cartas en el asunto y empiece a moverse. Mi pareja se decidió a abrir aquí un blog y la verdad es que me gustó como le quedaba. Ambos tenemos una larga trayectoria en algunas páginas sociales (la omnipresente Facebook sería un ejemplo) y opinábamos que ninguna de ellas ofrecía las herramientas adecuadas para publicar lo que escribimos. Blogger ha sido un descubrimiento en este sentido. Así que podría decirse que mi blog es fruto de una envidia sana. Ahora sólo falta ir llenándolo del contenido. Pero eso ya es otra historia... La historia que irá apareciendo en este blog.



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